Entrevista a Belen Chavanne en Revista Gente

Es varonera, provocadora, fana de Boca y malhablada. Acusa apenas 21 años y es la nueva estrella de Casi Angeles. Tuvo un novio quince años mayor, y dice que no tendría nada con sus compañeros de tira, porque los ve “aniñados”. Acaba de debutar como DJ y le encanta lanzarse en skate por Avenida del Libertador. Una lolita de tiempos violentos. Será porque ya superó la mayoría de edad o porque quiere llevarse el mundo puesto como un remerón que está en “sale”. Continua...

Belén Chavanne –21 años, modelo de 47 Street, ex chica MTV y actual Casi Angeles, con todo lo que ese combo significa para una teen– saca a pasear su rebeldía cuando se tira en patineta por Avenida del Libertador con amigos o cuando debuta como DJ en las bandejas.

Cuando cuenta que está a punto de tatuarse “serendipidad” (esa cualidad de transformar los descubrimientos accidentales en oportunidades), y luego apura una Cindor y, descreída, pisotea el cliché del glamour televisivo: “Este trabajo es igual al del zapatero de la esquina”. Belén deja en claro que su provocación va más allá de las temporadas de liquidación.

Dueña de unos enormes ojos azules, look de Sienna Miller, piel traslúcida y flequillo recto que le tapa las cejas. Una todo terreno según sus amigos, que dice que puede “pedir unas empanadas asquerosas y baratas o comer sushi”, Belén nació en una familia de clase media alta que quebró y tuvo que salir a ganarse el pan.

Conoció el trabajo a los 15, cuando fue modelo de una campaña de Personal y hasta hace dos años estaba deprimida por la separación de su novio de toda la vida (Frankie Langdom, cantante de Don Adams y quince años mayor). Vivía a alfajores, abandonaba la carrera de Diseño de Indumentaria y casi se va a Berlín a trabajar como vestuarista cuando la oportunidad llamó a su puerta, “y no pude decir que no”, sintetiza ella.

En 2008 debutó en Champs 12 (“de caradura, porque nunca había actuado”), y este año llegó a su vida el huracán Casi Angeles, donde personifica a Nina, la tercera en discordia entre Mar (Mariana Espósito) y Thiago (Peter Lanzani) e ¡hija de la ministra que les lava la cabeza a todos los Teens!

–¿Te limita en algo tener la credencial de ángel de Cris Morena?
–No me limito en casi nada. Me gusta mostrarme como soy. Es tanto lo que genera Cris, que la gente en la calle me dice Nina. Trato de hacer lo que me gusta, no cualquier cosa. Sigo con mis amigos de siempre, saliendo todas las noches.

–¿Y no tenés miedo de quedar escrachada en una de ésas?
–Al principio me agarró como una paranoia, que veía un flash y me escondía. Y decía: “¡Uy, estoy en un boliche con una botella de cerveza en la mano!”. Pero son muy relajados conmigo, porque no soy de los Teens. Yo tengo un personaje que arrancó este año, y todavía no tienen el ojo tan puesto en mí.

–Personajes rebeldes, caprichosos... ¿Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia?
–Jaja. Y... no sé... Mi personaje en Champs 12 era tontita pero no mala; en cambio Nina, de Casi Angeles, es caprichosa y va a buscar lo que quiere. Re tienen que ver conmigo.
–¿Cómo arrancó tu relación con el elenco de la tira?
–Apenas entré me hice más amiga de los varones; típico mío, que soy re varonera. Si sos la nueva y llegás a un grupo de chicas en una fiesta, el colegio o la facultad, medio que te van a mirar como “¿y ésta qué es?”. Pero la verdad es que pegué muy buena onda con todos. Las chicas me van enseñando cosas; por ejemplo, qué corrector da mejor a cámara. Sobre todo María del Cerro... ¡La vuelvo loca preguntándole todo!

–¿Tendrías una historia con alguno de los Teens?
–Jaja. Nooooo, ¡por ahora no! ¡Aparte, hay algunas que son exnovias! Imaginate lo que es estar trabajando todo el tiempo al lado de tu ex. Es como que se están enviando mensajes permanentemente, como diciendo: “No te olvides de que soy una diosa, pero bueno, no te quiero más”... ¿Entendés?

–Y meterte con “modelos usados” te puede traer problemitas.
–Claro, y yo soy cero así. ¡Mejor voy a buscar a otro lado!

-Igual a vos te gustan más los chicos reos, ¿no?
–Sí. Los teens son muy aniñados. La verdad que no vi con ganas a ninguno, ¡te juro!

–¿Cómo fue subirte a las tablas con semejante éxito?
–¡Uf! ¡Tuve que aprender a bailar! Pensaba que cuando me enseñaran todas las coreos y vieran que no las podía hacer me iban a decir “hasta acá llegamos”. La paciencia que tuvieron las coreógrafas en el teatro es increíble.

–Me decías que hoy te esperaron dos seguidoras en la puerta de tu casa.
–¡Sí! Todavía me parecen increíbles esos actos de entrega totalmente cariñosa. De repente te llegan cartitas y chocolates, eso nunca falta. Una chica una vez me regaló un anillo de plata con mi nombre grabado. Los fans te dan sin pedirte nada a cambio. A lo sumo una foto.

–¿Te cuesta salir de los personajes que interpretás?
–Muchísimo. ¡No me alcanza con ser una sola persona! De chiquita veía a Martín Palermo en la cancha y pensaba: “Qué injusta es la vida. Nunca voy a sentir lo que es meter un gol en Boca”. Quiero capturar todas las emociones que se puedan sentir en el mundo. Por eso soy actriz, porque actuando voy a estar más cerca.

–¿De dónde sale ese espíritu tan curioso?
–Me da mucha intriga todo. Si quiero saber qué se siente tirarse en patineta por Libertador con mis amigos, voy y lo hago.
–¿Nunca te diste un golpe?
–Todavía no me caí, me la banco. El otro día salé a andar con un amigo y todos los amigos de él. Le pedí a uno que me enseñara un truquito. Y fui y lo hice. Me tiré por Libertador arrodillada sobre la tabla. De hecho puse en twitter: “Longboarding en La Lucila”. Y una chica me escribe: “Decime que no eras vos uno de esos estúpidos mentales suicidas que se tiraron hoy por Libertador”. ¡Y sí! Es divertido.


Muñeca brava. Se reconoce caprichosa y dice que sabe buscar lo que quiere. Se subió al fenómeno televisivo, pero asegura que todavía nadie tiene el ojo puesto en ella.


“Al principio me agarró como una paranoia: veía un flash y me escondía. Y decía: ‘¡Uy, estoy en un boliche con una botella de cerveza en la mano!’. Pero no para nada y todos son relajados conmigo”.


“De chiquita veía a Martín Palermo en la cancha y pensaba: ‘Qué injusta es la vida; nunca voy a sentir lo que es meter un gol en Boca’”.

Fuente: Revista Gente