Todo un fin de semana a solas con Mariana, Peter, Nicolás, Gastón y Eugenia. El del estreno en el Gran Rex, con fans aullando y el teatro a full. Desde el desayuno –chocolatada, mate o licuado– hasta la hora de cenar –napolitana, pollo al horno o pastas–. Desde sus camarines a sus cábalas antes de salir a escena. Lo que pocos, muy pocos, pueden compartir de estos chicos que arrasan. Pasen, conozcan su mundo. La puerta está abierta...
Alma mater, dijeron? Ahí la tienen. Estrictamente afable y meticulosa (tome nota). Los agrupa, les da indicaciones, los c... a p... si es necesario. Los llama a todos por su nombre: bailarines, ballet, actores, productores. Todos, sí. “¡Vamos que faltan diez minutos...!”, los arenga. Su ejército escucha. Sabe que Cris Morena conoce de alquimia y de televisión. La estadística ayuda: durante los últimos veinte años es la mujer que mejor tradujo el lenguaje adolescente, al menos de acuerdo al índice de audiencia –y sin INDEC de por medio…–. Desde Jugate conmigo pasando por Chiquititas, hasta el actual fenómeno Casi Angeles.
A la cabeza de los Teen Angels están Juan Pedro Lanzani (18), Nicolás Riera (24), Gastón Dalmau (25), Mariana Espósito (17) y María Eugenia Suárez (17), los héroes juveniles que aparecen de lunes a viernes a las siete de la tarde por Telefe, con un promedio de 14 puntos de rating. El Gran Rex los espera. El Gran Rex, que explotará bajo gritos desesperados (aullidos...) cuando los ídolos invadan la enorme sala.
Hay carteles, disfraces, vinchas, fotos, cachetes pintados con los nombres de la ficción: Thiago, Tacho, Rama, Mar y Jazmín. La música de los Teen Angels, con la actuación de Emilia Attias (22) y Mariano Torre (31), colmará la gran sala de la avenida Corrientes 857 durante los próximos fines de semana de invierno. Mientras tanto, los jóvenes israelíes esperan su oportunidad. ¿No se entendió? Los pibes ya vendieron más de dieciséis mil entradas para sus dos presentaciones en Tel Aviv…
GENTE pasó el fin de semana con ellos y se metió en los camarines, para contar cómo son y qué piensan los protagonistas. Pasen: por un rato, las puertas están abiertas.
ESA RUBIA DEBILIDAD. María Eugenia Suárez toma Nesquik cuando se despierta y cuando se duerme. Es fanática de las golosinas –marroc, yummis o chocolates aireados–, y prefiere los McDonalds a los restaurantes de lujo. “Nada de glamour; me gustan las cosas simples”, dice. Tiene muchos amigos varones con los que jugaba al fútbol en sus épocas de recreo. “Me decían Speedy González… Era tan rápida como torpe”. Ama ir al supermercado y odia ir al cine. “Soy de las personas con las que nadie quiere ver una peli: hablo todo el tiempo y nunca entiendo lo que pasa. Nadie quería sentarse al lado mío: se sorteaban para ver quién zafaba”, confiesa.
–¿Cómo te tratan los fans?
–Los fanáticos están cada vez más locos... Aparecen hasta debajo de las mesas. Ayer, después de la primera función, alguien le pidió un autógrafo a mi abuelo. ¿Podés creer?
–¿Cómo lo reconocieron?
–Me habrán visto con él algún día... ¡Qué se yo! Hace poco se me apareció una fan con mis tatuajes –una estrella en el cuello y el signo de la felicidad, escrito en chino, en el cóccix–, pero ni siquiera sabía lo que significaba.
–¿Llorás delante de ellos?
–Creo que sólo me vieron llorar Agu, mi mejor amiga, y Chilo, mi perro. No lloro nunca.
–¿...? ¿Ni por un novio?
–Menos que menos. Soy muy orgullosa como para mostrarme tan débil delante de un hombre.
LA MOROCHA. Mariana Espósito desayuna cereales con leche. Su comida preferida es el pollo al horno con papas y batatas (hecho en su casa) y está aprendiendo a cocinar: “Ya sé hacer pastel de papas, guiso y pollo al verdeo. ¡Voy mejorando, eh!”. Quiere estudiar cine, es fanática de Los Simpsons y El Chavo y muere por hacer una comedia como Sex and the City. “¿Una actriz? Sarah Jessica Parker, obvio”, casi grita… Anda en rollers, jugaba al hockey, y le encantaría ir de viaje de egresados. “Es una de esas cosas que uno tiene que hacer en la vida, pero yo no creo que pueda, por razones obvias”, aclara.
–¿Sentís responsabilidad al ver a tantas chicas que quieren ser como vos?
–Yo no soy un ejemplo de nada. Lo que muestro en el programa es un personaje. El que se vea reflejado, bienvenido sea, pero no sufro la presión de hacer las cosas bien porque algunos puedan sentir que soy un referente.
–Por lo que veo, los miman bastante.
–Sí, es una locura. Ya tengo una cámara digital, un iPod y un oso gigante con mi nombre. Bueno, no sé si gigante, pero de mi tamaño, seguro… Todos son regalos de los fans.
–¿Creés en el mensaje que trasmiten en la tevé?
–Mirá, hace poco grabé una escena en la que tenía que cuidar el agua. A partir de ese día ya no puedo ver una canilla perdiendo. Tengo que cerrarla, me pone nerviosa. Creo que son cosas que suman.
CITA CON RAMA. Gastón Dalmau desayuna mate, pero quiere aumentar las calorías con tostadas y jugo de naranja. “Me dijeron que tengo que empezar a comer mejor… Si no, seguiría con el mate amargo”, admite. Es el más viejo de los jóvenes y el que mejor toca la guitarra. Su plato preferido es el lomo al champiñón con papas a la crema, y no practica deportes. Tiene una excelente relación con sus admiradores, aunque sus amigos no son muy devotos de la fama: “No podemos ir a bailar a los boliches con un promedio de edad de veintiún años para abajo... Los chicos no se lo bancan”.
–Tercer año consecutivo, y no bajan de donde están…
–¡Ja! Hasta a nosotros nos sorprende que la audiencia no se aburra. Encima, el rango de edad es cada vez más alto. Ahora nos miran los de ocho años, los de dieciséis, y hasta los de treinta para arriba.
–¿Tenés contacto con ellos?
–Siempre. El otro día tuve un encuentro medio extraño. Venía con el auto entrando al canal y una fan se me acercó. De repente, la señora empezó a meter uno por uno a sus ocho hijos por la ventana para que los saludara. Después me regalaron un dibujo donde estaba yo con la madre y los ocho enanitos alrededor. Claramente, yo era el padre…
–¿Por qué creés que un chico de Israel, donde hoy Casi Angeles es un boom, se puede sentir identificado con ustedes?
–Por lo pronto, ellos no hacen tiras adolescentes, pero también sospecho que nuestras culturas deben tener muchos puntos en común.
CONFESIONES DEL ANGEL ROJO. Nicolás Riera desayuna Nesquik con tostadas. Le gusta el asado con chinchulines tanto como las pastas. Es fanático de Volver al futuro y El efecto mariposa. Su referente como actor es Johnny Depp. “Es un genio, siempre inventa algo diferente”, cuenta con admiración. Fue coordinador de viajes de egresados y solía jugar fútbol 7 en un torneo de Pilar. “Ya no trabo como antes; ahora voy más tranquilo”, explica.
–¿Qué te preocupa de la fama?
–No sé si me preocupa algo. Si tengo que pensar para adelante, estaría bueno que la gente no me llame más Tacho. Me gustaría interpretar otros personajes y no quedarme identificado con éste, por más que me encante.
–¿Qué te gusta de la fama?
–Que tiene ciertos privilegios que te seducen, seamos sinceros. Hace dos años que no compro ropa ni pago una entrada en los boliches. Y no es que ratoneo, eh: simplemente me invitan. ¿Qué les voy a decir? ¿Te pago? No te dejan.
–¿Regalos de otro tipo también recibís?
–De todo. Hace un tiempo, unas españolas me mandaron un calzoncillo. Me parece que querían que lo usara en el programa, pero me lo quedé para mí. ¡Estaba buenísimo!
PETER, EL TAQUILLERO. Juan Pedro Lanzani desayuna Nesquik o licuado de banana con medialunas de jamón y queso. En Israel hay un helado y unas papas fritas que llevan su cara, y a la hora de sentarse a la mesa elige sin dudar la milanesa a la napolitana. Su película predilecta es Diario de una pasión (The Notebook) y su actor ídolo es Brad Pitt. “En la Argentina me quedo con Benjamín Rojas, pero porque me siento identificado con él”, se ufana. Su foto es la que más tirada tiene en las puertas del Rex. Darío (20), vendedor ambulante, lo garantiza: “Si tengo un buen día, vendo cien pósters, algo así como setecientos pesos, y más de un cuarenta por ciento son de Peter”.
–¿Qué extrañás de tu vida anterior?
–¡El rugby, definitivamente! El otro día fui al club –Alumni– y estuve todo el partido con ganas de entrar. Pasa que con los ensayos y la grabación no tengo tiempo de entrenarme. Igual, no pierdo las esperanzas. Tarde o temprano voy a volver a jugar.
–¿Qué otras cosas no podés hacer?
–No hay mucho espacio para relaciones. Bué... Casi no tenemos tiempo para nuestra familia, ¡mirá si vamos a poder estar de novios!
–¿No es mucho sacrificio?
–Trabajamos casi diez horas por día. Son doscientas ochenta horas por mes. ¿Pero qué te voy a decir? Todo lo que hacemos es porque nos gusta.
Eso: Casi Angeles. Pero sin alas y en la Tierra. En la Tierra, aunque el éxito los lleve a las nubes.
Hay carteles, disfraces, vinchas, fotos, cachetes pintados con los nombres de la ficción: Thiago, Tacho, Rama, Mar y Jazmín. La música de los Teen Angels, con la actuación de Emilia Attias (22) y Mariano Torre (31), colmará la gran sala de la avenida Corrientes 857 durante los próximos fines de semana de invierno. Mientras tanto, los jóvenes israelíes esperan su oportunidad. ¿No se entendió? Los pibes ya vendieron más de dieciséis mil entradas para sus dos presentaciones en Tel Aviv…
GENTE pasó el fin de semana con ellos y se metió en los camarines, para contar cómo son y qué piensan los protagonistas. Pasen: por un rato, las puertas están abiertas.
ESA RUBIA DEBILIDAD. María Eugenia Suárez toma Nesquik cuando se despierta y cuando se duerme. Es fanática de las golosinas –marroc, yummis o chocolates aireados–, y prefiere los McDonalds a los restaurantes de lujo. “Nada de glamour; me gustan las cosas simples”, dice. Tiene muchos amigos varones con los que jugaba al fútbol en sus épocas de recreo. “Me decían Speedy González… Era tan rápida como torpe”. Ama ir al supermercado y odia ir al cine. “Soy de las personas con las que nadie quiere ver una peli: hablo todo el tiempo y nunca entiendo lo que pasa. Nadie quería sentarse al lado mío: se sorteaban para ver quién zafaba”, confiesa.
–¿Cómo te tratan los fans?
–Los fanáticos están cada vez más locos... Aparecen hasta debajo de las mesas. Ayer, después de la primera función, alguien le pidió un autógrafo a mi abuelo. ¿Podés creer?
–¿Cómo lo reconocieron?
–Me habrán visto con él algún día... ¡Qué se yo! Hace poco se me apareció una fan con mis tatuajes –una estrella en el cuello y el signo de la felicidad, escrito en chino, en el cóccix–, pero ni siquiera sabía lo que significaba.
–¿Llorás delante de ellos?
–Creo que sólo me vieron llorar Agu, mi mejor amiga, y Chilo, mi perro. No lloro nunca.
–¿...? ¿Ni por un novio?
–Menos que menos. Soy muy orgullosa como para mostrarme tan débil delante de un hombre.
LA MOROCHA. Mariana Espósito desayuna cereales con leche. Su comida preferida es el pollo al horno con papas y batatas (hecho en su casa) y está aprendiendo a cocinar: “Ya sé hacer pastel de papas, guiso y pollo al verdeo. ¡Voy mejorando, eh!”. Quiere estudiar cine, es fanática de Los Simpsons y El Chavo y muere por hacer una comedia como Sex and the City. “¿Una actriz? Sarah Jessica Parker, obvio”, casi grita… Anda en rollers, jugaba al hockey, y le encantaría ir de viaje de egresados. “Es una de esas cosas que uno tiene que hacer en la vida, pero yo no creo que pueda, por razones obvias”, aclara.
–¿Sentís responsabilidad al ver a tantas chicas que quieren ser como vos?
–Yo no soy un ejemplo de nada. Lo que muestro en el programa es un personaje. El que se vea reflejado, bienvenido sea, pero no sufro la presión de hacer las cosas bien porque algunos puedan sentir que soy un referente.
–Por lo que veo, los miman bastante.
–Sí, es una locura. Ya tengo una cámara digital, un iPod y un oso gigante con mi nombre. Bueno, no sé si gigante, pero de mi tamaño, seguro… Todos son regalos de los fans.
–¿Creés en el mensaje que trasmiten en la tevé?
–Mirá, hace poco grabé una escena en la que tenía que cuidar el agua. A partir de ese día ya no puedo ver una canilla perdiendo. Tengo que cerrarla, me pone nerviosa. Creo que son cosas que suman.
CITA CON RAMA. Gastón Dalmau desayuna mate, pero quiere aumentar las calorías con tostadas y jugo de naranja. “Me dijeron que tengo que empezar a comer mejor… Si no, seguiría con el mate amargo”, admite. Es el más viejo de los jóvenes y el que mejor toca la guitarra. Su plato preferido es el lomo al champiñón con papas a la crema, y no practica deportes. Tiene una excelente relación con sus admiradores, aunque sus amigos no son muy devotos de la fama: “No podemos ir a bailar a los boliches con un promedio de edad de veintiún años para abajo... Los chicos no se lo bancan”.
–Tercer año consecutivo, y no bajan de donde están…
–¡Ja! Hasta a nosotros nos sorprende que la audiencia no se aburra. Encima, el rango de edad es cada vez más alto. Ahora nos miran los de ocho años, los de dieciséis, y hasta los de treinta para arriba.
–¿Tenés contacto con ellos?
–Siempre. El otro día tuve un encuentro medio extraño. Venía con el auto entrando al canal y una fan se me acercó. De repente, la señora empezó a meter uno por uno a sus ocho hijos por la ventana para que los saludara. Después me regalaron un dibujo donde estaba yo con la madre y los ocho enanitos alrededor. Claramente, yo era el padre…
–¿Por qué creés que un chico de Israel, donde hoy Casi Angeles es un boom, se puede sentir identificado con ustedes?
–Por lo pronto, ellos no hacen tiras adolescentes, pero también sospecho que nuestras culturas deben tener muchos puntos en común.
CONFESIONES DEL ANGEL ROJO. Nicolás Riera desayuna Nesquik con tostadas. Le gusta el asado con chinchulines tanto como las pastas. Es fanático de Volver al futuro y El efecto mariposa. Su referente como actor es Johnny Depp. “Es un genio, siempre inventa algo diferente”, cuenta con admiración. Fue coordinador de viajes de egresados y solía jugar fútbol 7 en un torneo de Pilar. “Ya no trabo como antes; ahora voy más tranquilo”, explica.
–¿Qué te preocupa de la fama?
–No sé si me preocupa algo. Si tengo que pensar para adelante, estaría bueno que la gente no me llame más Tacho. Me gustaría interpretar otros personajes y no quedarme identificado con éste, por más que me encante.
–¿Qué te gusta de la fama?
–Que tiene ciertos privilegios que te seducen, seamos sinceros. Hace dos años que no compro ropa ni pago una entrada en los boliches. Y no es que ratoneo, eh: simplemente me invitan. ¿Qué les voy a decir? ¿Te pago? No te dejan.
–¿Regalos de otro tipo también recibís?
–De todo. Hace un tiempo, unas españolas me mandaron un calzoncillo. Me parece que querían que lo usara en el programa, pero me lo quedé para mí. ¡Estaba buenísimo!
PETER, EL TAQUILLERO. Juan Pedro Lanzani desayuna Nesquik o licuado de banana con medialunas de jamón y queso. En Israel hay un helado y unas papas fritas que llevan su cara, y a la hora de sentarse a la mesa elige sin dudar la milanesa a la napolitana. Su película predilecta es Diario de una pasión (The Notebook) y su actor ídolo es Brad Pitt. “En la Argentina me quedo con Benjamín Rojas, pero porque me siento identificado con él”, se ufana. Su foto es la que más tirada tiene en las puertas del Rex. Darío (20), vendedor ambulante, lo garantiza: “Si tengo un buen día, vendo cien pósters, algo así como setecientos pesos, y más de un cuarenta por ciento son de Peter”.
–¿Qué extrañás de tu vida anterior?
–¡El rugby, definitivamente! El otro día fui al club –Alumni– y estuve todo el partido con ganas de entrar. Pasa que con los ensayos y la grabación no tengo tiempo de entrenarme. Igual, no pierdo las esperanzas. Tarde o temprano voy a volver a jugar.
–¿Qué otras cosas no podés hacer?
–No hay mucho espacio para relaciones. Bué... Casi no tenemos tiempo para nuestra familia, ¡mirá si vamos a poder estar de novios!
–¿No es mucho sacrificio?
–Trabajamos casi diez horas por día. Son doscientas ochenta horas por mes. ¿Pero qué te voy a decir? Todo lo que hacemos es porque nos gusta.
Eso: Casi Angeles. Pero sin alas y en la Tierra. En la Tierra, aunque el éxito los lleve a las nubes.