La Luna de Miel de Emilia Attias y el Turco Naim

“Desde que nos casamos, todo es mucho más hermoso”

La pareja vivió una paradisíaca luna de miel en Arraial d’Ajuda, un pueblo del nordeste de Brasil, el mismo donde ya habían concretado su unión por Iglesia el lunes 7. Aunque tuvieron romance y privacidad, prefirieron compartir el viaje con muchos amigos y parientes.

“Pasamos demasiado tiempo solos; por eso, este viaje quisimos hacerlo en familia...”, contó la flamante señora de Naim...

No se puede decir de otro modo: Emilia Attias (22) y el Turco Naim Sibara (43), marido y mujer desde el último jueves 3, son un enorme y bello desliz frente al sentido común, la convención y todo lo que –errónea y habitualmente– se suele tildar como normal. Porque a una fiesta de casamiento (la libreta que da fe de su amor fue lo único tradicional que eligieron para sus vidas) “original, extravagante y energética” –como definieron sus anfitriones–, le siguió una luna de miel absolutamente... familiar.

“Sí, es muy loco... Con Naim queríamos tomarnos unos días en un lindo lugar. Pero como estamos tanto tiempo solos, viajando o trabajando, nos pareció piola prolongar la estada en Arraial, donde nos casamos por Iglesia, y compartir el viaje con parte de la familia. Fue una luna de miel concurrida, con mi suegra y mi mamá, pero romántica igual, eh”, cuenta Emilia. Y suma datos: “Además, pudimos pasar mucho tiempo con Yamil, el hermano de Naim, que está viviendo en Brasil desde hace quince años. Con su mujer, Crisiane, montaron el condominio Trópico do Arraial, y les va bárbaro. Tanto que están por abrir el segundo... Ellos tienen tres hijos, ¡que ya son mis sobrinos ante la ley!: Aron, Daira y Clara. Tres divinos. La pasamos genial”.

Sin embargo, la pareja se reservó algunas tardes en absoluta soledad e intimidad, recorriendo los atractivos más fuertes de este punto geográfico a 600 kilómetros de San Salvador de Bahía. Además, prefirieron hospedarse “lejos del contingente familiar: nosotros dormíamos en la Pousada San Francisco Aracaìpe, y ellos se quedaron en los aparts del condominio”.

La suite que ocuparon Emilia y El Turco cuesta 200 dólares la noche, y el complejo, de sólo seis suites dobles, tiene salida directa al mar y un parador exclusivo, con camastros y una línea de antorchas que iluminan la playa.

Por las mañanas, Mileva, la dueña de la posada, agasajaba a los novios con un desayuno buffet, variedad de frutas y jugos naturales. “Pasamos una semana de ensueño”, dijo la actriz.

El domingo 13, ya de regreso en Buenos Aires, y a poco de emprender nuevo viaje a Carlos Paz, donde el Turco hará toda la temporada como parte del elenco de Livin’ la viuda loca, la nueva comedia encabezada por Florencia de la V, la estrella de Casi Angeles repasa su singular viaje de bodas...

–¿Qué hicieron... además de lo que se supone?
–Muuucha playa, y todos los días. Sol, arena y mar, como dice la canción. También hicimos snorkel. ¡Me encantó! El Parque de Recife de Fora es uno de los mayores bancos de coral de Brasil. Cuando baja la marea se forman piscinas naturales, y ves peces de colores, corales, erizos... ¡Es increíble! También nos tomamos un par de tardes solos y pasamos por Trancoso, que es una playa semivirgen, con su propia reserva natural. A la noche comíamos en los barcitos de la playa.

–¿El menú más elegido?
–Peixe, obvio. Y pastas. Tenemos un amigo argentino que tiene un restó de estilo italiano y hace unos platos riquísimos. A la tarde, para compensar y cuidarme un poco, comía muchas frutitas frescas, que allá son riquísimas.

–¿Salieron de compras?
–¡No! Eso fue en el viaje que hicimos a Roma, antes de casarnos. En Brasil tratamos de hacer playita, nomás. ¡Aparte, hay que pagar la fiesta! Pero igual compramos algunos souvenirs: remeritas, un collar, cosas simples.

–¿Planean otro viaje a solas el año que viene?
–Ni idea... Hay que ver cómo viene el trabajo. Terminé Casi Angeles (nota: el último capítulo se emitió el mismo día de la boda de Emilia y promedió casi 17 puntos de rating: lo más visto de Telefe), y los productores están analizando si el programa sigue o no el próximo año. Esa es mi prioridad. Y si no, veré qué propuestas surgen. Pero más allá de los compromisos laborales, siempre que tenemos tiempo nos escapamos solos a algún lugar. En ese sentido somos medio gitanos. Conocimos lugares increíbles, como Israel y Roma, pero aún nos quedan millones. Me encantaría pasar unos días en alguna isla del Mediterráneo.

–Estás estrenando estado civil. ¿Se nota el cambio a mujer casada?
–Te juro que sí. Todos dicen que es lo mismo, que la vida sigue igual, pero para nosotros... ¡¡¡no!!! Todo es más lindo ahora que somos marido y mujer. Y este viaje significó muchísimo para nosotros. Fue el punto de partida de una nueva etapa.

–¿Se vienen los hijos?
–Por supuesto que es algo que soñamos y que nos encantaría. En la luna de miel uno lo piensa... Sería súper divertido ser padres de mellizos, como lo fue mi mamá. Pero todavía no. Llegarán en su momento y cuando Dios lo quiera, pero en Brasil no lo intentamos. Estamos aprovechando este tiempo de a dos, casados y súper enamorados.

–¿Viajás a Carlos Paz sólo en plan de compañía?
–¡Absolutamente! En Córdoba me voy a dedicar a ser la esposa de Sibara y a relajarme. Vamos a vivir en una casa muy hermosa, ¿sabés? El casamiento nos hizo dar cuenta de que no podemos vivir separados. ¡Ni un minuto!

–¿No exagerás?
–Ni así... Al contrario: ¡me quedo corta!

–¿Y si te pregunto lo mismo dentro de un año?
–Creo que te contesto lo mismo. Y si me apurás, te lo repito en la década que viene.